sexta-feira, 16 de setembro de 2011

FORMAS


 


 

Te quiero. La forma correcta de decir te quiero es tumbarse boca abajo en el suelo al lado de la cama durante 37 horas. Cuando se levante, si puede, arrastrándose o cojeando llegará hasta el cuarto de baño, se mirará al espejo, se dirá te quiero sosteniéndose la mirada, si parpadea, rebufa, o una pizca de cinismo se le riza en las pestañas, rápidamente dejará el lugar diciéndose interiormente que se quiere. Si esa voz interior se apaga, es que lo ha hecho mal o no se quiere. De todos modos repita el ejercicio; la forma te quiero, es una de las más complejas, y también una de las más inadvertidas.

La forma masturbarse. Esta forma, que ya fue tratada ampliamente por nuestro querido amigo Freud, que no lo conocemos, se murió hace ya un tiempo, ni a su nieto, que murió hace bien poco en Londres, un gran pintor, es una forma estereotipada que aconseja que el sujeto en cuestión se la menee con la mano izquierda si es diestro, con la diestra si es zurdo, con la ilusa pretensión, se acaba de demostrar científicamente lo contrario, de que el sujeto, debido a la torpeza de la mano, se sugestione por los torpes movimientos de que es otra mano ajena a la suya la que opera. El Dr. Escarpias ha demostrado, dejando en evidencia al padre del psicoanálisis, que promovía esta actuación en sus pacientes, que en el sistema límbico del cerebro no se opera ningún cambio, cosa que sí sucede cuando la masturbación es periférica, nuevo término referente a este sentido, acuñado por el Dr. Escarpias, que quiere decir, hablando en plata, que lo mejor es que te pajee otra u otro, el placer es mayor; por lo tanto, la forma correcta de masturbación siempre será la periférica (otros) Aquellos que insistan en seguir las freudianas convenciones con respecto a la masturbación, sepan, considérense barruntando en las antípodas de unas anticuadas formas ya caducas y esclerosadas.

La forma mirar por la ventana. Se ha de mirar por la ventana con contundencia, a poder ser, se tiene que romper el cristal, destrozar la persiana, para mejor desplegar una fugaz mirada antes de la rápida curiosidad vecinal que también mirara por sus ventanas de modos incorrectos; es decir, abrirán sus ventanas con cuidado para no ser escuchados, y así mirar a gusto, lo que no tienen que mirar de ninguna manera, puesto que no debería importarles una mierda.

La forma de inspirar en una playa. Si en la playa hay perros y señoras mayores de 55 años, inspire colocando la punta de la lengua encima del paladar superior y mantenga la boca cerrada. Salude a los concurridos conocidos con las manos, gestos de cabeza, doblando el torso en 45 grados si hace falta; pero nunca, nunca, se le ocurra abrir la boca y mucho menos descolocar la lengua de allí donde la puso. Si no hay perros y tampoco mujeres mayores de 55 años, relaje la lengua, babee como un perro e inspire profundamente y déjese llevar por sus deseos más básicos. Dese la licencia de inspirar y sentir que tan solo es un montón de huesos, de músculos y de fibras. Inspire, métase en el agua, chapotee como un idiota, y siga inspirando y chapoteando como un auténtico imbécil. Estas fuertes inspiraciones estúpidas le llevaran a la felicidad, además de que se trata de la forma correcta de inspirar en una playa.

Julio Iglesias. La forma correcta de cantar como Julio Iglesias siempre partirá de un deseo irrefrenable, voraz, de estar rodeado de tías buenas. Sin esa voluntad, si esa premisa no se cumple, búsquese a otro cantante para imitar o imite a Hitler, que basta con calcarse un bigotillo postizo, si es que no lo tiene de verdad, y ponerse histérico, para ello la pimienta a punta pala va muy bien, o la estricnina. Levántese bien temprano, a eso de las seis de la mañana, no se retrase, tome mucha tila que es más barata, pues se aconsejan realmente grandes dosis de heroína, y pídale a un enemigo, si no tiene pídaselo a su mejor amigo, que lo hará con más gusto que su enemigo, que le meta una paliza del copón bendito, siempre sin golpear las manos y la cara. Intente cantar, cantará fatal, su cuerpo se tambaleara y la gente pensará que va colocadísimo. Eureka, lo habrá conseguido.

La forma correcta de cagar. El Papa Benedicto XVI, amigo de Dios y de las gentes católicas y, por cortesía hasta de los moros, los judíos, y tantos otros fariseos por ese mundo ahí dispersos, ha sentado cátedra, puesto que él mismo, en colaboración con los investigadores de la Universidad Romana, Angelico Cagarini y Pascuale Meoni, después de un arduo trabajo de más de un año, llevando a cabo cientos y miles de experimentos sobre cuál era la mejor posición y con qué disposición se ha de encarar esta tarea diaria, eficaz, precisa y placentera. El santo culo del Papa fue expuesto en las letrinas más abyectas de toda Roma y el Vaticano, con el afán irrenunciable de los excelsos científicos, de comprobar cuáles eran sus respuestas sintomáticas a los inmundos retretes. Se pretendía, por un eje comparativo, como lo llama el Dr. Cagarini, a la vez que se formaba la cuadratura del círculo a la hora de describir la verdadera forma de posicionarse a la hora de cagar, valorar otros aspectos de carácter demográfico y estadísticos. Después del periplo filantrópico del culo de Su Santidad, por falta de higiene, evidente, el Papa, devorado por una cantidad espantosa de bacterias cochinas que engulleron su ojete, cayó enfermo un largo tiempo. Nadie sabe que el Papa que visitó Madrid hace poco era postizo. El verdadero, se repite, ha sentado cátedra en esto del bien cagar: posición vertical mirando al techo rezando, manos sobre los muslos, negar el goce de los tropezones que salen cantarines y salpican gotitas que refrescan las posaderas, cerrar los ojos, negar, negar, negar el placer, y persignarse a la vez que se tira de la cadena, y no dejarse la tapa del wáter abierta. Amén.

La forma correcta de pasar debajo de un puente. Lo primero que tiene que hacer es cerciorase de que sus piernas andan, tire un chorro de neuronas hacia arriba, levante la cabeza y vea si el puente va quedando atrás. Si es así, lo está haciendo bien, pero no se descuide, mirar hacia arriba para comprobar que el puente va quedando atrás, y abajo a su vez, para ver que las piernas andan, y por lo tanto dejan el puente atrás, puede provocarle un problema locomotor, caer al suelo como un gilipollas y evidenciar que es usted más tonto que un zapato o G.W. Bush.

La forma de ser feliz. Levántese de la cama y así como ponga los pies en el suelo empiece a pegar saltitos como si fuera un pingüino. Mire por la ventana, si tiene, si no tiene no mire, y si hace buen tiempo, saque la cabeza por la ventana y grite muy alto, cariñosamente, que es feliz. Tírese media, una, cinco horas gritando que es feliz. Puede decir, soy feliz, soy muy feliz, o tan sólo, feliz, no sirve de nada. Cuando repita eso durante meses usted ya me contará.

Reír. La forma correcta de reír se sitúa en un punto muy ambiguo, que la cantante y psicóloga, Teresa Angelina De La Cuartada, halló, a finales del siglo XIX, en una abertura de la arcada dentaria no superior a los 30 grados. De los 30 a los 37, carcajada, más arriba de esta cifra, locura, exhibicionismo o insensatez, según la cantante. Nuevas conjeturas se vienen formando desde entonces; sin embargo, sigue en pie el canon establecido por la cantante, que dicen que se inspiró en la risa de su querida madre, que reía a escondidas muy discretamente porque le faltaban la mayoría de los dientes.

La forma correcta de ser Robert De Niro. A las tres de la madrugada se comerá una cabeza de ajos crudos. Se irá a dormir de nuevo intentando soñar que le han robado el coche nuevecito de sus sueños. No importa lo que soñase, el caso es que se dirigirá a la calle, previa toma de unos cuantos dientes de ajo más. Con el ceño fruncido siempre, y lo más sutilmente que pueda, abordará a todas las mujeres que le salgan a su paso y las besará largamente en la boca, echándoles ese hálito repugnante, nada jocoso, de manera que la vieja, joven, adulta, le meterá la del pulpo, sobre todo en los morros esos asquerosos suyos. Vaya a casa y mírese en el espejo, en el camino a casa se le permiten unas risillas de gozo porque sabe que va bien, y es cierto, va bien, pero que nadie le vea. Ande siempre como Robert De Niro, no meta la pata y lo haga como Al Pacino. Cuando el espejo refleje una cara demacrada recordará la cara de De Niro, en la película Toro Salvaje. Está en el camino cierto. Abandone de nuevo el hogar y métase en un bar, con el ceño fruncido siempre. Pida lo que sea con cara de asco siempre, con cara de asco siempre eche una mirada rápida, fugaz, a los parroquianos. Cuando el camarero le sirva, mírelo achinando los ojos, estirando las comisuras de los labios hacia abajo, imagine que ese camarero ayer violó a su abuelita, que ya está mayor y merece todo el respeto del mundo. Sin que le vea nadie, se exprime un huevo, le dolerá mucho, y le entrará mucha mala leche, pero es que es la única manera de que usted salga del bar bordando el personaje.


 

La forma correcta de tomar un café con leche caliente. Baje de la oficina (si tiene) al bar de abajo y pídale al Manolo que le ponga un café con leche, que vuelve enseguida le dirá al Manolo, aunque sea mentira, porque tiene unos papeles urgentes que resolver allí arriba en la oficina. Una mentira al Manolo para subir y hacer tiempo mientras el café con leche se enfría encima de la barra del bar o en una mesa. Cuando esté usted arriba, reparará en que no ha mentido a Manolo, el barman del bar, sino a nadie más que a usted mismo. Tendrá que admitir que el ser humano es el único animal que tropieza más de 80 veces con la misma piedra, y que consigue ser más burro que los propios burros, ya que no hay animal ninguno que se mienta como un bellaco. Ese cargo de conciencia, biométricamente calculado, dura lo que tarda una taza de café con leche en templarse en su justo punto.

La forma correcta Roithamer, Rulfo, Celine. Almuerce una poca cantidad de huevos con fríjoles, crepes y un vaso chiquitito de leche, nomás. Basta que ponga todo eso en la mesa; ni lo mire, e hínchese hasta el cogote de ingentes cantidades de whisky. Si el almuerzo sigue en la mesa, déselo al primer muerto que pase, lo despreciará como usted lo ha de despreciar, y si la bebida le ha sentado mal, olvídese de esta forma sublime. Aficiónese por las cucarachas, la papiroflexia, la pornografía, los prospectos farmacéuticos, cualquier cosa, pero desprecie a su patria, a sus congéneres, a la absurda y venenosa historia humana. Métase en la sesera una cosa, la vida que es de uno de uno es, y si a bien entendemos desterrarla de esta mugre llamada tierra o que otros lo hagan, como gesto enaltecedor del espíritu noble, ha de ser visto; pues, así es. Créese un círculo vicioso de escalofríos, resacas, dolores físicos devastadores. Hágase amputar una pierna si está completamente sano. Aíslese de todo y de todos, garabatee en cuadernos sucios sus pútridas y lúcidas ensoñaciones alcohólicas. Si ve que lo que escribe es una mierda, no se preocupe, se busca la forma, no el contenido. Hágase con un perro, a mejor ser, de esos mierdosos de la calle. Haga que se lo limpien, usted no lo limpie jamás. Dele carne de primera mientras ve por la televisión como se pasan esas escenas de niños negros con las barrigas hinchadas ya listos para abonar la tierra que apenas sienten que pisan. Regocíjese como un gran bastardo. Sienta asco de la raza humana, beba mucho, y sienta mucho asco de una raza tan hipócrita y perversa. Siéntase traicionado por formar parte de la misma gran mierda que tiene ojos, caga, bebe, piensa, malpiensa, mata, ama. No trate de salir a la calle cuando haga calor y una lluvia refrescante caiga. No se le permiten goces. Es mejor que aguarde en casa pensando en una categoría superior de hombre. Idealice, tenga la sensibilidad de darle una oportunidad a ese bípedo ambicioso. Si no lo consigue, es decir, si detesta a ese mono erguido, habrá conseguido la forma, así, pues, así, nomás.


 


 


 


 

    

domingo, 11 de setembro de 2011




Intromisión



Llevaba tres meses trabajando en el pozo de mi jardín. Estaba siendo un verano agradable. Las ganas de ir a la playa eran grandes; pero mi obstinación por terminar el pozo no dejaba ni respirar al tiempo.Recuerdo que los primeros días (vivía solo) de trabajo en el pozo, hasta mí -allí abajo-, llegaban las voces amortiguadas de unas gentes. Pese a la insistencia de esas voces, que yo atribuía a unos parientes míos; no les hice caso, porque no me daba la real gana perder tiempo con mi hermano Mateo, o si no era él, era mi prima Isabel, y si no se trataba de ella, sería algún amigo. Y mi tiempo no estaba para más nadie que para el pozo.
Los días se fueron pasando, las semanas. Ya estaba acabando el revoco del pozo. Una mañana soleada el pozo estaba listo. Hoy sí que me voy a dar el lujo de ir a la playa. Y eso hice.
Al salir de casa, mi vecina, se puso blanca y apretó el paso sin corresponder a mi saludo como hacía de costumbre.
En la playa, para mi sorpresa, las gaviotas rajaban el aire en frente mío.
Cuando llegué a casa, después del gratificante baño de sol y de mar, los vecinos estaban apretujados a sus puertas como esperando mi llegada. Pero ninguno de ellos se pronunció; aunque les pasé muy cerca.
Entré en casa. Me fui directo al pozo para sacar agua con la que refrescarme. En el fondo del pozo no había agua, tampoco estaba revocado. El pozo estaba inacabado.
Salí a la calle a pedir una explicación a no sabía bien a quién.
La calle estaba desierta, cuando poco antes estaba llena de vecinos curiosos.

domingo, 4 de setembro de 2011

LA ESPERANZA

   Vendrá una vez más el día y la mujer,
   El miedo acompañado del niño,
   vendrá la salvación en forma de pan,
   de alba, de luna doblemente falseada.

   Vendrá el mediodía ensombrecido en las sombras,
   de las pequeñas flores blancas, los insectos,
   vendrá un puente y su camino,
   de vigías y vigilantes, de adormecido sueño.

   Vendrá la nada para la nada,
   la araña tejiendo entre tiempos de relojes,
   vendrá una conciencia, un misterio,
   una sonrisa azul en un pie frío.

   Vendrá el rumor de la tarde robusta,
   verde y espigada como un ciprés,
   vendrá trayéndole a la noche
   un nuevo acertijo, en forma de día, vendrá.